Cosas que debes saber antes de empezar el Camino de Santiago

He de reconocer que soy de las que hace unos años ni se planteaba hacer el Camino de Santiago. Cada vez que oía hablar sobre el tema me decía: “en serio, ¿irse de vacaciones al monte para andar veintitantos kilómetros al día?”. Pues bien, lo confieso, me retracto, ¡he caído! He recorrido 117,3 kilómetros a pie –partiendo de Sarria– para entrar por la puerta grande, y a ritmo de gaitas, a la plaza del Obradoiro. ¿Y qué más? ¡Que hasta estoy pensando repetir experiencia!

Eso sí, estoy segura de que no habrá nada como la primera vez, el camino de los descubrimientos. El principal es que te das cuenta de que puedes, que todos podemos. Cada uno a su ritmo, con sus propios tiempos, pero finalmente llegas a Santiago. Junto con esta gran verdad, pese a haberme empapado de información a través de blogs, foros y redes sociales sobre este viaje, he de decir que he descubierto hasta 25 cosas sobre el Camino de Santiago que nadie me dijo antes de partir…

1. ¡No sin mi pasaporte de peregrino!

Antes de partir nos preocupamos por conseguir el documento donde nos van sellando a lo largo del Camino, imprescindible si queremos pedir la Compostela al llegar a la catedral santiaguesa. Yo diría que no debe cundir el pánico si no la tenéis justo al iniciar el reto. Tendremos muchas oportunidades en ese primer día de conseguirlo y que nos lo vayan sellando.

2. Sellos a cuál más bonitos y curiosos

Se supone que han de sellarte en los alojamientos al llegar y al partir al día siguiente, para que quede demostrado que se ha recorrido el Camino. Por mi experiencia, os recomiendo acercaros a que os sellen en (casi) todos los establecimientos por los que paséis, pues es luego un recuerdo precioso tener tu pasaporte lleno de esas acreditaciones. Además, irás comprobando que hay algunas realmente imaginativas y originales.

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Los sellos (el camino) y la Compostela (el destino)

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3. La emoción del silencioso pistoletazo de salida

Obviamente no hay señal alguna para empezar a andar, bueno, la del despertador para levantarte de la cama. Las primeras horas de la jornada 1 son las más especiales, la verdad. Nosotros salimos desde Sarria, una de las localidades de las que suele salir un mayor número de gente. Al principio el ambiente es festivo, todos son buenas caras pese a lo temprano que marca el reloj. Después de cuatro o cinco horas a pie los ánimos no son los mismos, eso os lo aseguro.

4. ¡Sigue la dirección de las fechas amarillas!

¿Corres el peligro de perderte?¿Se trata de ir siguiendo a la gente que ves con mochila y pinta de peregrino? Esa es una duda que tenía. Había visto las típicas flechas amarillas indicadoras del sendero pero no imaginé hasta qué punto esos iconos están por todos lados. En serio, si te sales del camino, háztelo mirar a la vuelta. Los verás en árboles, en el pavimento, en las fachadas de las casas y por supuesto en los mojones de piedra que van marcando los kilómetros que quedan para la meta.

5. Te cruces con quien te cruces, ‘Buen camino’.

Esa es la teoría. En la práctica vale igualmente un ‘buenos días’ o el típico asentamiento de cabeza y la sonrisa.

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Sigue el camino de las flechas amarillas

María Sánchez Palomo

6. Amantes de la fotografía, imposible detenerse ante cada escena ‘fotografiable’

Y es que durante el viaje hay cientos de escenas a cuál más fotogénica. Al principio uno no puede evitar parar para tomar una foto. Poco a poco te vas dando cuenta de que no es recomendable interrumpir el ritmo con tanta frecuencia. El ‘mono’ pasa, no es nada grave. Al final verás que solo decides darle al ‘on’ de la cámara en lugares que realmente te conmueven. Capturarás menos imágenes pero seguro mejores, más evocadoras y especiales.

7. Con el avance del cuentakilómetros la mochila empieza a hacerse más pesada

No caigas en el error de llenar el bolso de ‘y si’ (y si llueve, y si hace calor, y si hace frío, y si me caigo) porque por la ruta marcada encontrarás todo lo que pudieras necesitar en caso de imprevistos. Lleva solo la ropa y útiles imprescindibles. Lo recomendable es que tu ‘equipaje’ no supere en kilos más de 10% de nuestro peso corporal.

8. ¿Bastones sí? ¿Bastones no?

Por mi experiencia respondería en negativo. Cargué con dos durante todo el viaje y no los utilicé en ningún momento. Eso no significa que sean innecesarios, pues hay mucha gente pro-palos de senderismo. Mi recomendación es probarlos antes de hacer el viaje y valorar si vas a usarlos o no.

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El silencio, el esfuerzo… la inspiración

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9. ‘Cargar’ con una cantimplora de agua desde el principio

La teoría es que es importante llevar líquido para hidratarnos. En la práctica me sorprendió que cada pocos kilómetros nos vamos a encontrar con una pequeña aldea o llegamos a algún pueblo donde venden de todo. Por supuesto, tentempiés y agua para hidratarnos y recargar fuerzas. Es un peso del que podría prescindir en mi segunda vez.

10. Todos podemos ser peregrinos

Te das cuenta de que, como decía al comienzo, cualquier persona de prácticamente cualquier edad puede peregrinar. Sorprende ver tanto a gente muy mayor, sola, caminando sin prisa pero sin pausa, como a familias con niños que no tienen más de siete u ocho años y parejas y grupos de amigos acompañados de sus perros (con pasaporte peregrino incluido). La clave: cada uno a su ritmo.

11. ¡La foto de los 100 km!

Esa no puede faltarle a nadie. El mojón que marca los 100 kilómetros hasta Santiago debe ser de los puntos donde más selfies nos hacemos.

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La mochila: menos es más

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12. La llegada a tu primer destino, el primer día, te sabe a gloria

Descubres aquí uno de los grandes placeres que te depara esta escapada, que es el sentarte a la mesa con la satisfacción de haber cumplido esa meta. Te quedarás con un sabor de boca excelente tras degustar algunas de las delicias de la gastronomía gallega, después una ducha, siesta y a pasear por la localidad donde te alojas. Momento de felicidad absoluta, ¡os lo aseguro!

13. Yo nunca me pondría esas ‘sandalias de guiris’

Esa especie de híbrido entre unas deportivas y las chanclas de playa. Eso decía el 1 de agosto… Tras dos días recorriendo unos 25 kilómetros me faltaban pies para recorrerme Melide en busca de un calzado que es cómodo, estable y te alivia bastante posibles rozaduras y molestas que ya puedes ir notando.

14. ¡Que no falte el pulpo!

Hacer el Camino y no probar este octópodo debería estar penado. Nosotros lo comimos allá por donde pasamos, con parada ineludible en la pulpería A Garnacha, en Melide. Hasta hace unos años el más famoso era el Ezequiel, pero parece ser que el ser tan conocido ha hecho que baje algo la calidad y haya importantes colas para acceder al mismo. Nosotros fuimos directamente a Garnacha previa recomendación de un vecino melillense y allí que estuvimos desayunando –sí, ¡eran las 10.30 de la mañana!– un pulpo que nos supo a gloria.

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Pulpo en A Garnacha

María Sánchez Palomo

15. ¿Albergues? ¿Pensiones? ¿Hoteles?

Para gustos están las posibles opciones. Dicen que no hay nada como un albergue para sentirse realmente peregrino… Nosotros optamos por pensiones y si volviera repetiría, no me cabe duda. Solo hay que escuchar a quienes optan por los primeros después de dos o tres noches de no dormir por unos compañeros de habitación ruidosos o molestos por diversos motivos.

16. Nunca te alegrarás tanto de encontrar una farmacia

Tiritas para rozaduras, protectores para ampollas en los pies, cremas para la sequedad. Las boticas son probablemente los negocios que más hacen el agosto con el Camino de Santiago. Conforme vamos acercándonos al destino aumentan las posibilidades de que tengas que salir corriendo –o si no puedes hasta a cuatro patas– a buscar una de ellas.

17. A partir de ahora pedirás Estrella Galicia vayas donde vayas

Nunca una cerveza te supo tan bien como después de patearte 25 kilómetros. Tras esta experiencia te volverás fiel a esta marca y la buscarás allá por donde pases (no solo en tu estancia por tierras gallegas).

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¿Hostal? ¿Pensión?

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18. Más vale tarde, que lesionados

Lo recomendable es madrugar y partir temprano para que no nos pille el calor (esto en verano, en invierno es mejor salir algo más tarde). Que no nos puedan las ganas de llegar pronto a la siguiente escala, relax, que el pueblo no se va a mover. Es mejor hacer paradas cortas cada X kilómetros para beber, comer algo y descansar un poco los pies. Calcula esos kit-kat en función de la extensión total de la etapa de ese día.

19. Pasos que unen: esos amigos que haces hasta llegar a Santiago

Son muchas las horas que pasas caminando y normalmente vas coincidiendo en las villas y aldeas con las personas que salieron el mismo día y lugar que tú. Al final vas andando junto a personas anónimas con las que llegas a estrechar lazos que en algunos casos son amistades que nacen. Es uno de los aspectos que más enriquecen este viaje.

20. Sentir que los problemas quedan lejos y la sensación de que el mundo se ha parado para ti

Estás en España pero podrías llegar a creerte que has cambiado de país e incluso de planeta. La quietud del paisaje y el silencio te invita a pensar sobre lo verdaderamente importante, te llena de energía y puedes regalarte algo que en ocasiones nosotros mismos nos vetamos, un ratito para pensar.

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Making Friends

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21. No cantes victoria en el Monte do Gozo

Ves el monumento y te embarga una alegría indescriptible. “¡Lo conseguí!”, te dices. Lamento decir que no, para nada, falsa alarma, emoción frustrada, amigos. Es verdad que desde este punto ves Santiago al fondo, pero aún están unos cinco kilómetros hasta llegar a la plaza del Obradoiro así que venga, unas fotos rápidas y a seguir hacia delante.

22. Los últimos kilómetros son los que más cuestan

Verdad verdadera. Probablemente mis amigos y yo no hayamos sido los primeros ni los únicos que desde el Monte do Gozo hasta el centro de Santiago hayan hecho una parada técnica para tomar algo fresquito y conseguir nuestro objetivo con ganas y fuerzas para disfrutar el momento. No se trata de llegar arrastrándose, en serio, hay que entrar por la puerta grande y saboreando cada instante. Nada comparable a la sensación que te embargará en breve, os lo prometo…

23. La gaita sonando, tú que vas acercándote a la plaza y… ¡Lo conseguí!

¡Lo conseguimos! Me habían hablado mucho de la emoción que se siente pero jamás imaginé que fuera tan fuerte y especial. Solo por ese instante merecen la pena los 117,3 kilómetros que has sorteado hasta llegar aquí y ahora.

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La foto imprescindible en el Monte do Gozo

María Sánchez Palomo

24. Fotos de rigor

Bebe agua, date una vuelta y sal corriendo con todas las fuerzas que te queden a hacer colas. Sí, no todo iba a ser de color de rosa, ¿eh? Al llegar a Santiago nos encontramos con que puede haber hasta horas de espera para poder recoger tu Compostela o para acceder a la Catedral y poder abrazar la imagen del Apóstol Santiago. Ármate de paciencia y aprovecha esos ratitos para charlar con tus compañeros de aventura o repasar las fotos –y los momentos– vividos días atrás.

25. Ya solo queda saborear el momento

Descubrir Santiago, una ciudad realmente preciosa, y comer todo el pulpo que puedas. Mientras picas en un bar y en otro es probablemente que ya estéis ideando cuándo repetir experiencia, discutiendo si mejor salir desde otro punto previo para ver más paisaje y si lo dejáis para primavera o repetís otro verano. Probablemente lo que tengáis más claro sean las ganas de una segunda vez.

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El destino del camino es el propio camino.

http://www.traveler.es/viajes/al-natural/articulos/cosas-que-debes-saber-camino-de-santiago/9374

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