Los moluscos bivalvos (mejillones, almejas, etc.) son muy delicados. Han de consumirse siempre frescos ya que de lo contrario podría causarnos serios daños en la salud. Por eso no debe pasar muchos días desde que los compramos hasta que los cocinamos.
Para asegurarnos de que un molusco es fresco y apto para su consumo podemos hacer una comprobación sencilla e infalible. Los bivalvos frescos están siempre cerrados. En el caso de que encuentres un mejillón o una almeja abierta, debes desconfiar y hacer la siguiente prueba: introduce una ramita de perejil en el interior del molusco, si éste se cierra y atrapa el perejil con fuerza, es señal de que está vivo y por tanto se puede comer. Si no reacciona, debes desechar el producto ya que corres el peligro de intoxicarte.
Una última recomendación. Para conservar los moluscos en las mejores condiciones antes de cocinarlos, envuélvelos en un paño húmedo y átalo para que queden en un paquete bien prieto.